Estos últimos días, no obstante, me pregunto si no será todo esto una de esas deformaciones coherentes tan típicas del letraherido y si no estaré exagerando un hecho real hasta dimensiones que ya no lo son.
Diario del artista en 1956, Jaime Gil de Biedma.
Entretener los momentos bajos, manoseando una fotografía en la que nos abrazamos felices aún sin ni siquiera ser nosotros. Haber días mejores y visitas que han dolido menos que éste… éste último dolor, este final que deduce tu cuerpo encima del mío y ningún romanticismo sobre la cama. Ver, en definitiva, que tu vida es tierra hostil y que no ha habido nada más triste que tu rostro iluminado por no sé qué olor. La conciencia del amor es -verdaderamente- terrible.

a,